Little Dreams (Recién abierto)

Singapur, una isla llena de tradiciones, edad y una larga y continúa historia que transcurre desde tiempos inmemorables, quizá mucho antes que la antigua dinastía china, pero no es de esta de quien debo contarles sino de lo que se trama bajo esta reconocida ciudad-país, donde todo el mundo parece estar ligado con los actos ilícitos que en este se fluctúan. Una pequeña nación donde los actos de perversión, morbo, violaciones, compra de esclavos y demáses están completamente permitidos.



Transcurrían aun los años 20XX todo el mundo, como siempre velaba por su propio bienestar, la bolsa mundial había vuelto a caer y solo algunos afortunados se alzaban entre los desdichados que perdían todo. Fue en aquella época que uno de estos afortunados que se levantó con porte y orgullo, entre todos y decidió así iniciar uno de los más perversos y sádicos negocios en la historia de la humanidad.

El negocio en sí era el satisfacer los deseos de aquellos pervertidos que amaban a los niños en más de una forma, dejando al servicio de estos “lobos” los pequeños e inocentes “corderitos” que serían comprados nada más que para el disfrute de sus invitados. Todo parecía ir de maravilla puesto que era una idea única en su tipo, pero no había un lugar que fuera lo suficientemente grande como para alojar su magnífica idea. Fue por esa razón que compró una pequeña pero prospera isla, una isla que encerraría todos sus oscuros y perversos deseos.

Fue de esta manera que usando sus contactos en el bajo mundo se hizo con el total control de la ciudad-país, empezando así con el pequeño negocio. Comprando pequeños niños a los que traía engañados para así vender sus cuerpos al mejor postor, ya fuesen para el uso exclusivo de uno de los “lobos”, pagando a su vez altas sumas de dinero para poder mantener tanto al menor como su posición de exclusividad o solo para pasar un corto pero grato momento. Las familias que aun convivían en aquella ciudad no tenían más opción que acatar las reglas que él mismo impuso para que este siguieran viviendo en ella.

Sí, aquel hombre se hizo con la vida de cada uno de los habitantes de aquella isla, hundiéndolos en los pecados del placer y la lujuria, hundiéndolos en el placer de tomar los deliciosos y pequeños cuerpos vírgenes que solo él podía conseguir.

Engañando a los pequeños menores, ofreciéndoles lo que nadie más podría darles solo para así complacer tanto como sus sádicos y egoístas deseos como los pecaminosos y lujuriosos deseos de sus siempre exigentes clientes.